El Albacete es de traca. Eso es algo que ya intuíamos, pero que hacía falta corroborar. Y qué mejor escenario que el Ciudad de Valencia antes de Fallas.
Recién ascendido. Y con 51 puntos. Inexplicable. Como también lo fue la jugada que desequilibró el partido. Pasada la media hora, tras una acción en la que no se ve nada punible, Maikel Mesa tuvo que abandonar el choque por doble amarilla. La desventaja de efectivos en el verde la igualó la afición dejándose la voz, los pulmones y el alma.
La primera gran ocasión fue blanca. En el minuto 7, Juanma controló el cuero al borde del área y cruzó un atinado chut que despejó in extremis el meta granota. El partido siguió transcurriendo con la tensión propia del momento de ambos equipos y el color de las gradas. Hasta que antes del descanso llegó la acción que marcó en rojo el partido.
Y eso que el Albacete no solo no le perdió la cara al partido sino que lo miró de frente, metiéndose entre ceja y ceja los tres puntos. Como siempre hace. Porque no hay otra forma de sumar puntos en 12 de tus últimos 13 encuentros.
Con el paso del tiempo, ambos conjuntos movieron su banquillo y cambiaron sus esquemas en busca de hallar la forma de llevarse el tesoro. Los locales trataron de hacerse fuertes mediante el ataque directo, pero el Albacete mantuvo la compostura. Y más. Porque con el balón no dejo de mirar adelante y se acercó a la portería rival. Djetei a balón parado rozó el poste rival y Bolívar, tras una contra de libro, besó el larguero. Miles de “uys” se oyeron en ambas acciones. Y con la misma frecuencia minutos después, después del pitido final. Los locos albacetistas aplaudieron a los suyos tras una actuación magistral. Tanto de equipo como de afición.