El Alba fue el de siempre, incluso fue más el de siempre que nunca. Valiente, descarado, agil, protagonista. El guion era suyo, con una perfecta estructura, bien dialogado y ambientado. Pero el giro fue demoledor. Tras varias ocasiones de certero peligro, el Levante UD aprovechó su primera oportunidad franca, mediante una rápida contra desde campo propio, para adelantarse en el marcador.
Ese tanto enfrió el ambiente pero equipo y afición lo recalentaron. Mención aparte al calor del Belmonte. Más de 13.000 personas. Una noche de viernes. En octubre. El Alba es su gente y su gente ha decidido que este año lo va a pasar bien. Pase lo que pase. Porque así lo transmite el equipo.
Y es que antes del descanso pudo llegar el empate. Varias llegadas, algunos disparos y muchas circulaciones de bola hacían presagiar que el cuadro manchego no se iba a dejar nada en el verde.
Y así fue. Las ocasiones se acumulaba, los cambios se producían y la gente creía, en campo y grada. Pero el gol no llegó, porque todo estaba en contra. Tanto, que así llegó también el segundo tanto granota. 0-2 y jarro de agua fría que acabó de secar las opciones de puntuar para el Albacete Balompié.
Así acabó el choque, no sin mediar más ocasiones albacetistas, un partido para olvidar pero que no borra de la mente los seis puntos en seis días que ha logrado este gran grupo y esta enorme afición.