Alba se quedó igual que vino
Ni la botella medio llena de no perder, ni el vaso medio vacío de no ganar varió. Los empates evocan igualdad y hoy el Alba se quedó igual que vino. Inclusive hasta en sensaciones.
Se fue con empate a uno y la seguridad de que pudo lograr más. Tras una segunda parte en la que fue netamente superior, acabó en el área rival e igualó el tanto inicial del cuadro local.
El párrafo anterior puede aludir al partido en Ipurua o al de hoy. Porque la imagen del Alba fue la misma, pero distinta.
Con miles de albacetistas en la grada -esta es una de las diferencias- el Alba salió de naranja dispuesto a cambiar su suerte y mantener sus aspectos positivos. Empezó fuerte, bien, superior y valiente, pero sin tino. Se producían aproximaciones, pero no llegadas. Fue un partido gris que justo antes del descanso se fundió a negro.
En ese momento, Alfredo Ortuño aprovechó un barullo en el área manchega para cazar la bola y adelantar a su equipo. El Alba bien pudo venirse abajo, pero recordó que de sus últimos tres empates, en todos empezó perdiendo y reaccionó con entereza. La afición no se merece menos y por eso los jugadores dieron más.
El tiempo pasó hasta que Higinio decidió licuarlo a su antojo. Porque en menos de un minuto, desde el 59 al 60, evaporó el jarro de agua fría que fue el gol albinegro y solidificó la reacción con algo tangible, palpable, como palpó con la cabeza el balón con un remate imperial.
Tablas y más madera para buscar la remontada, aupados por una afición que sentada o de pie llevó en volandas a los suyos en busca del segundo. Lo rozamos pero el triunfo se evaporó para acabar sumando un punto que deja al Alba con 18 puntos y mucho por hacer.