El Alba no encuentra su sitio fuera de casa. Y eso que se ha buscado de mil maneras. Y hoy, por ejemplo, dio pistas del Albacete que tanto suma y tanto gusta. El que tiene ADN propio. Salió con valentía en la idea y descaro en la ejecución.
El inicio fue potente, con el Alba dominando, tocando, llegando y rozando el gol. El juego se volcaba sobre la mitad de campo racinguista y las ocasiones llegaban, unas más claras que otras, pero siempre con convicción.
El equipo salió con la idea de quitarse las espina del curso pasado. Pero tras el rosal de ocasiones, se pinchó en la espina del gol rival. En el minuto 20, Arana cazó la bola en área pequeña en una jugada embarullada y anotó.
La herida del pinchazo se hizo más profunda poco después. Antes de la media hora, Andrés dobló la ventaja local con un chut seco a media altura.
El tiempo es lo único que sutura los pinchazos y según avanzaba el reloj, se recomponía el Alba, que mereció verse más cerca antes del ecuador. Pero no fue posible.
En la segunda mitad, el Alba tuvo un arreón de fútbol y llegadas notable. Oleadas de ocasiones a orillas del Cantábrico que venían acompañadas de tarjetas y sustituciones. Territorio ganado, metros ganados, pero sin novedad en el marcador hasta casi el tiempo de descuento. Y con suspense. Higinio, novedad de la convocatoria, cazó el balón en el área local para, tras revisión de VAR, anotar su primer gol del curso y el definitivo 2-1.
Así se cerró una nueva derrota lejos de casa,que obligará al Albacete a seguir remando para encontrar el norte cuando se suba al autobús.