Esta tarde los albaceteños vieron llover
Y más de siete mil albacetistas vieron a sus jugadores correr. De forma noble, de la que hace sentir orgullosa a una parroquia que ya sea lunes, a cientos de kilómetros un jueves o bajo un manto de agua implacable, no se da por vencida.
Y el equipo no le va a la zaga
En una actuación que será recordada pese al resultado, el Alba respondió con serenidad tras recibir dos goles en menos de diez minutos y atacó con la convicción de aquel que sabe que es capaz de conseguir su empresa, por muy complicada que sea.
Del inicio al minuto 10 se vio igualdad en el juego pero un tremendo desequilibrio en el marcador. Campuzano en el minuto 6, con un tiro cruzado, y Otero de falta directa en el 9 lanzaron un jarro de agua fría de tal magnitud que ni la lluvia la opacó.
Acortar distancias era obligación y objetivo
El Alba movió la bola, se adueñó de la situación y atacó sin dilación la meta de Yañez. Mereció el gol de principio a fin de la primera parte, pero llegó casi con el pitido de ecuador. Quiles remató y cargó de argumentos a los que siempre creen: los aficionados.
Una segunda mitad con mucho coraje
Para narrar la segunda parte es más rápido contar lo que no pasó que lo que sí. Intensidad, orgullo, nervios a flor de piel y tres goles. El Alba anotó dos de los mismos pero generó muchos más. 45 minutos de raza y personalidad que quedará en nuestra retina por mucho tiempo.
Goles anulados, ocasiones clarísimas y en el el 79, al fin, el empate. Riki Rodríguez, con el brazalete en su manga, igualó con un movimiento de puro ’90’.
Estallido de júbilo para el posterior - y enésimo - jarro de agua fría
El cuadro asturiano volvió a adelantarse en el minuto 86. Pero hoy estaba escrito que el Alba no se iba de vacío. En el minuto 90, el cumpleañero Fidel Chaves sacó su arte para marcar y reventar de alegría al sufrido Belmonte. Así acabó una tarde pasada por agua en la que el Alba se las ingenió para brillar.