Tras un inicio de año duro y gris
El Albacete contabilizó todos sus partidos del mes de enero por derrotas, febrero, más largo de lo habitual, se le ha hecho más corto y fructífero al cuadro blanco. No lo cerró como quería, ya que estuvo incómodo durante el último tramo del choque en tierras vascas y no logró pleno de puntos, sino que sumó en empate después de una noche tan fácil de digerir como un potaje de garbanzos.
El inicio fue prometedor
El partido arrancó en campo local, con el Alba tocando y llegando con frecuencia, pero sin finalización. Los minutos pasaban y los jugadores del Alba progresaban con bola, pero no ponían la puntilla. Tantas fueron las llegadas a los dominios vizcaínos y tan difícil ver puerta, que el gol blanco llegó a base de insistencia.
Primero la de Manu Fuster
Avanzó en las inmediaciones del área hasta sacar un disparo. Y después, de Higinio, que luchó hasta el final en el área para acabar provocando que en un intento de despeje, Bustinza acabase alojando el balón en las redes del Amorebieta. Poco después, Álvaro Rodríguez tuvo que abandonar el partido por molestias. Gol, ventaja y protagonismo en el juego. Así fue una primera parte que hizo presagiar cosas mejores.
Porque el segundo acto
Fue muy distinto. En el computo global, no en el inicio. El Alba seguía siendo el que llegaba con más claridad, aunque los azules ya iban avisando, tiros repelidos por la madera mediante. De hecho, justo antes del empate local, Quiles rozó el 0-2 con un movimiento al espacio fuera del área que casi acabó en gol.
No lo fue y quien sí vio puerta fue Unzueta. En el minuto 66, el jugador vasco cabeceó un centro lateral para igualar las cosas. Así acabó el encuentro, con el Albacete tratando de ganar terreno para buscar el segundo pero sin ocasiones.
Punto y nuevo reto a domicilio en el horizonte más cercano: el viernes, en Gijón.