Fueron algo menos de tres minutos que costaron tres puntos. Ni siquiera fue un torrente imparable pero si una tormenta perfecta que aguó la tarde en Albacete. Dichos tres minutos no borran un partido corajudo y meritorio del Alba, que mereció sumar pese a no hacerlo y que durante el tiempo en el que el marcador estuvo equilibrado, tuvo las ocasiones más peligrosas del partido.
La primera de esas oportunidades de cara a gol la tuvo Martón, principal novedad del once titular. El ’19’ cabeceó un buen centro de Morci pero no encontró la red. El Albacete siguió moviendo la bola, fluyendo, tocando y asentándose. Todo ello aupado por más de diez mil fieles que en domingo de Ramos se quedaron con su equipo para empujarle y ayudarle.
Riki estuvo a punto de marcar, en la más clara del primer acto. Cabeceó un centro lateral que despejó Mariño cuando el balón ya entraba. No se paró ahí el equipo, continuando con fe y personalidad. En ataque, ganando duelos, en el medio, controlando y marcando el ritmo. En defensa, bregando y parando el potencial nazarí.
Con el regusto agridulce del bueno hacer pero sin el gol tan buscado, el duelo se fue all intermedio y volvió a reanudarse con el mismo guion: el Alba llegando. Al arrancar la segunda parte, Morci obligó al meta rojiblanco a lucirse. Poco después, un cabezazo de Riki se fue a escasos centímetros de la portería rival.
El juego transcurría con igualdad, ambos equipos movieron su banquillo y cuando las espaldas estaban en todo lo alto, el Alba se pinchó. En el minuto 76, la zaga manchega acabó introduciéndose la bola en portería al intentar abortar un ataque visitante. 0-1, en propia, y un golpe tan duro que el equipo no se había levantado cuando recibió el segundo.
En el minuto 78, Hongla culminó una contra del Granada para asegurar el triunfo de su equipo y acabar con la buena racha sumando que, hasta hoy, lleva el Albacete Balompié.












































