Si le explicas este partido a alguien que no lo haya visto y lo entiende, es que no se lo has explicado bien. El Belmonte vivió uno de esos días que una madre le contará a su hijo la primera vez que pisen juntos el templo. Una tarde que varios amigos recordarán en sus horas de charla interminable. Un día, al fin y al cabo, de puro Albacete Balompié.
No ya por la importancia de los puntos, no deja de ser el primero de los diez últimos partidos del curso: la ya comentada ‘zona Alberto’, el entrenador, otro que no olvidará estos días, protagonizó también desde su rol un triunfo épico, heroico, pletórico. En definitiva: lleno de adjetivos e imposible de definir.
Llegaba el equipo revelación, que si ganaba se ponía líder. Un equipo en forma, gran dinámica y nada que perder. El peor rival posible, el mejor contrincante para el Belmonte. El Alba salió sin miedo, aupado por más de once mil almas que pusieron todo el corazón y más que sus cuerdas vocales para levantar a su equipo cuando estaba alicaído y alzarlo al cielo para celebrarlo entre nubes.
Los locales circulaban, tocaban y proseguían. Con ahínco, con fe pero con un plan. Así, en el minuto 26, Pablo Sáenz la armó. La pierna y la tarde, El talentoso atacante, que solo sabe marcar golazos, la enganchó de primeras desde fuera del área para superar al portero. Uno a cero y mucho por delante.
Porque cuando la primera mitad llegaba a su fin, el conjunto rojillo llegó al área de Raúl Lizoain y logró un penalti a favor. Gol y empate. Y 45 minutos más la loca prolongación por delante.
Una de las conversaciones en el entretiempo bien pudo ser la sorpresa de que Kofane, tan habituado a marcar al inicio, no lo hubiese hecho. Pero es que el ’35’ quería sorprender como buen delantero que es. Marcó al poco de arrancar, de nuevo, pero esta vez de la segunda mitad
Enorme movimiento en el área rival para adelantar al Albacete. Estallido de alegría que se apagó en el minuto 57, cuando Panichelli igualó con un buen cabezazo tras saque de esquina. El cuadro local debía reponerse otra vez y rehacerse más adelante. Porque el tramo final lo pasó con un jugador menos en el verde por expulsión directa de Agus Medina.
Diez contra once, un rival apretando y un punto en la saca. Cualquier equipo hubiese reservado fuerzas pero no este, nunca hoy, siempre al abrigo de los locos albacetistas.
En el minuto 96, con siete minutos de añadido, Pablo la puso e Higinio fue con todo. Y todo se encontró a su paso. El ter gol gol, los tres puntos y el tercer triunfo. Tres más tres más tres. Nueve. Como el enorme nueve que es Higinio.
Así acabó un partido que se jugará en nuestra cabeza durante mucho tiempo.








































