Tres jornadas sin marcar. Como dato en crudo, frío, sin contexto, no habla bien del equipo. Pero tiene un trasfondo. En dichos encuentros el Alba hizo méritos de sobra para ver puerta. Llegó, dominó, tuvo personalidad y generó. Pero no hubo manera. Hoy fue la madera la que impidió saborear el dulce néctar del gol.
El Albacete mereció más, mucho más. Y desde el mismo inicio. Ni un minuto había pasado cuando en una acción de ataque provocó una tarjeta del equipo rival. En el minuto 2, Javi Rueda conectó un zapatazo que se marchó por poco. En el 7, el ‘7’ enganchó una chilena dentro del área. El balón fluía, el equipo se enchufaba y las llegadas se sumaban. Merecer y nunca perecer.
Pero los palos dieron un palo al equipo. En el minuto 27 Lazo, novedad en el once, le pagó con el interior. Lo escupió el poste. El equipo siguió y prosiguió sin desfallecer ni sentirse contrariado. Mereció irse en ventaja al descanso, mas no fue así.
El Levante también busco marcar, una clara ocasión en la primera mitad y un enérgico inicio de segundo acto obligó a la zaga a lucirse y todo el equipo a remar en grupo. Y el Alba lo hizo. Y se rehizo. Y volvió a merecer marcar. Morci con un gran golpeo y, especialmente, Álvaro Rodriguez en el minuto 87 con un potentísimo disparo que escupió la madera con la misma violencia con la que golpeó el ‘2’.
La rabia por no ganar no desmerece ni mucho menos un punto, y una nueva puerta a cero, con la que el Albacete alcanza los 25 puntos y mira a Cartagena con la seguridad que da una actuación digna de elogio.