El partido se preparaba con el objetivo por parte de ambos equipos de huir de la zona roja… y el rojo se hizo carne. En una primer parte inenarrable, con tramas, subtramas, giros de guion y finales inesperados, el Alba sacó un triunfo de película en un marco imparable: un Belmonte que bullía.
En 30 minutos, dos goles, tres rojas y un partido loco con continuos cambios en lo que eso mantenía una premisa: el Alba daba el tipo. Y vaya tipo. Desde el inicio hasta el final, de cabo a rabo. De inicio al desenlace pasando por un nudo que costó desatar y que en algún momento se puso en el garganta.
No estuvo cuando más de 9000 voces gritaron al unísono el gol de Kofane en el minuto 3. La historia del ’35’ con el alba también es de película. Segundo gol en el Belmonte, también en Gol Norte y al mismo comenzar la acción. Fulgurante. Instantáneo. Increíble. Pero tal fue el inicio de partido que casi queda en anécdota.
Porque en el minuto 21, asistió a Morci, cuya actuación es incalificable. La disfrutaron todos los públicos y a ratos habría que ponerle dos rombos. Como el dos se puso en el marcador tras el sprint del ’22’ que concluyó con un toque suave, elegante, como una pausa dulce entre tanto, t antes de aún más, ajetreo.
Porque poco después Kofane, con un gol y una asistencia en su haber, tuvo que abandonar el partido por roja directa tras la revisión de VAR sobre una acción con un defensor malaguista. No se fue solo a vestuarios ya que lo acompañó Pacheco. El Alba se quedaba con nueve jugadores sobre el campo que se transformaron en otros tantos guerreros, aupados por la hinchada.
El equipo aguantaba su ventaja antes de un nuevo impacto en el partido. El Málaga se quedó con diez a la media hora de partido, quedando 17 jugadores de campo sobre el Carlos Belmonte.
El partido seguía su movedizo curso hasta que ya en tiempo de descuento, ocurrió un choque de trenes entre dos jugadores del Alba, Pablo y Raúl Lizoain, del que salió malparado Pablo Sáenz, que tuvo que salir del partido. Con todo, el descanso se sintió como una parada en boxes de Formula 1.
La segunda mitad fue menos intensa, porque más era imposible, pero tuvo lo suyo. El Málaga trataba de acortar distancias y el Alba cerraba la puerta a la remontada con mil y una llaves. Imperiales en defensa, abnegados en el medio y con un aliento continuo en ataque. Raúl Lizoain detenía todo lo que llegaba a su arco, pese a estar aún dolido por el choque de la primera parte.
Con cambios, jugadas dignas de elogio, y pasión, pasión y más pasión acabó un partido para el recuerdo en el que equipo y afición se abrazaron de nuevo, entre vítores.











































